Cómo superar la adicción a la comida
El ser humano, como especie, ha vivido durante millones de años la restricción alimentaria. Épocas de mucha escasez de alimento donde nuestro cerebro, para garantizar nuestra supervivencia, nos impulsaba a comer más de lo que necesitábamos por si al día siguiente no éramos capaces de cazar nada.
Así es como se fue desarrollando nuestro sistema cerebral de recompensa, el cual nos permitía identificar alimentos muy calóricos, que nos permitieran sobrellevar y mantenernos con vida el suficiente tiempo durante los periodos de hambre.
Tu cerebro, en cierta medida te está protegiendo, quiere garantizar tu supervivencia y lo hace a través de 2 mecanismos:
- Evitar el dolor
- Darnos placer
Es por estos mecanismos que cuando sientas dolor en tu interior, tratarás instintivamente de darte tanto placer como dolor estés sintiendo, y lo harás comiendo o bebiendo en exceso, a través de sustancias como drogas, enganchándote a relaciones o en cualquier entretenimiento que la industria del ocio te proponga y te motive lo suficiente.
¿Esto soluciona el problema?
Lamento decirte querido lector, que No. En realidad ambos lo sabemos. A través de estos atracones tus niveles de serotonina aumentan pero solo te sirven para evitar mirar de frente el dolor que sientes en tu interior.
Es un mecanismo que has ido aprendiendo, probablemente desde tu infancia, los padres lo hacemos sin ser conscientes del daño que hacemos cuando le damos a un niño una galleta para que deje de llorar de forma sistemática. Pero no estamos aquí para buscar culpables, sino para ser conscientes de que tenemos un problema y encontrar posibles soluciones para atajarlo de raíz y no seguir perpetuándolo.
Volvamos a lo que ocurre en tu cuerpo.
Cuando ves un alimento rico en grasas o en azúcar, se desencadena una sensación de deseo tan intenso en tu cerebro, que te impulsa inevitablemente a comer ese alimento. Al hacerlo experimentas placer porque se liberan neurotransmisores en tu cerebro tales como endorfinas, serotonina y dopamina.
Todos estos neurotransmisores producen sensaciones muy agradables a nivel físico.
El placer que te puede dar la comida activan tus circuitos neuronales de recompensa de una manera muy parecida a como lo hacen algunas drogas.
El problema es que tras el subidón inicial, ese exceso de comida te genera sensaciones opuestas, te lleva a una infelicidad, no por la comida en sí misma, sino porque vuelve a aparecer el dolor que ya estaba en ti multiplicado por 2 porque ahora además has realizado otra acción que no deseabas. Y así perpetúas un ciclo de dolor-placer que te mantiene triste, gord@ y apátic@.
Es un ritual que día tras día vas reproduciendo sistemáticamente, ya que esos sentimientos desagradables te vuelven a llevar al mismo comportamiento para evadirte.
El problema va creciendo porque a medida que repites este ritual vas desarrollando tolerancia a los neurotransmisores que termina por generar en tu cuerpo una cierta resistencia a la dopamina, igual que sucede con otras drogas, por lo que tu cuerpo cada vez necesita una dosis mayor para obtener el mismo placer que obtenías al principio.
Es en este punto cuando ya has generado la adicción a la comida, que solo puede ser suplida por otra adicción que tenga efectos más fuertes.
Pero todo esto que te he contado, la industria alimentaria lo sabe muy bien desde hace años, conoce nuestras vulnerabilidades y somos tremendamente manipulables.
Crean alimentos capaces de despertar estos estados de placer en todos y cada uno de nosotros, la fórmula mágica es cualquier alimento al que se le pueda añadir grasa, azúcar y sal, algo irresistible para nuestro sistema de recompensa.
Entender todo esto te puede ayudar a dejar de culpabilizarte, castigarte y hundirte por no ser capaz, por no tener fuerza de voluntad y por las numerosas frases que probablemente te digas cada día por no poder controlar estos mecanismos.
La buena noticia es que, hay solución, la solución está en ti, en cambiar tu mirada hacia esto que te está ocurriendo, dejar de identificarte con el problema y pasarlo a un plano de comportamiento: cambia el “ Soy adict@ a..” por “tengo el hábito de..”
Los hábitos no se eliminan, pero sí se pueden cambiar por otros más saludables. Al fin y al cabo un hábito no es más que un comportamiento que se ha repetido tantas veces que se vuelve automático, pero sin embargo, si está alojado a un nivel tan profundo como es tu identidad, estarás en un callejón sin salida.
Así que, el primer paso: ¡Cambia tu lenguaje!
El segundo punto, revisa tu identidad, quién tu crees que eres. Normalmente cuando hay adicciones suele haber un profundo rechazo hacia uno mismo. La creencia de no ser válido@ en algún aspecto de la vida, no ser merecedor/a, no ser capaz…
Suele ser el Todo o Nada, como no soy merecedor, me lo merezco todo y ahí te manejas entre la supuesta felicidad seguida de su terrible infelicidad, las dos caras de una misma moneda.
Pasamos por la vida bajo la superficialidad de un materialismo desmedido, con el que creemos que seremos felices a través de poseer cosas materiales, personas o circunstancias, pero en el fondo estamos vacíos.
Ese vacío es el que nos pesa, el que tratamos de tapar de forma voraz, con lo que sea, comida, redes sociales, relaciones sin sentido…
✅ Si lo quieres cambiar.. Necesitas PARAR!
Parar tiene que ver con sentir el gran vacío que sientes y aprender a vivir desde la incomodidad de simplemente sentirlo, para llenarte no con otros o con cosas, sino para llenarte de ti.
Llenarte de hacerte feliz comiendo de forma responsable y saludable, llenarte de pasar tiempo contigo, meditando, paseando, entrenando, haciendo aquello que sabes que te gusta y te hace feliz, aquello que te hace sentir que estás viv@
Es un camino que has de recorrer y el primer paso es la conciencia, el darte cuenta que estos mecanismos ocurren de manera automática en ti.
El siguiente paso es DECIDIR!!
Decidir priorizarte por encima de todo, querer sentirte bien a pesar de tener días de mierda, momentos en los que recaigas, pero tener la fuerza y la valentía para seguir ascendiendo la montaña. Una vez que decides escalar una montaña, ya no hay vuelta atrás, solo queda continuar con tu ascenso, esto es igual, es un proceso, el mejor de toda tu vida.
El proceso de dejar de mentirte, de dejar de tapar vacíos, para hacerte dueño de ti mismo y de tu vida!
Feliz reencuentro con tu esencia.