Educa y cambia tu mente, no luches contra ella
En realidad todos sabemos qué debemos y qué no debemos comer.
Ahora bien, ¿qué ocurre para que no tengamos el control sobre ello? ¿Cómo puede ser que nos saboteemos constantemente?
Para responder a estas preguntas, hay que comprender cómo funciona el cerebro y la mente.
Según Paul MacLean, neurocientífico y físico norteamericano, el cerebro humano es fruto de la evolución y habla de 3 cerebros: El Cerebro Reptiliano, el Límbico y el Neocórtex.
El cerebro reptiliano es el encargado de las conductas más instintivas y de las emociones primarias, como el hambre, el deseo sexual, la temperatura corporal, la lucha o la huida.
Aquí se encuentran los ganglios basales. De aquí nacen conductas simples e impulsivas dependiendo de los estados fisiológicos del cuerpo: hambre, enfado, miedo…
El segundo cerebro es el límbico, encargado de gestionar las emociones, el aprendizaje y la memoria. En este cerebro se encuentra la amígdala, la cual funneocortexciona como una central de alarmas que nos avisa de los peligros o amenazas a las que nos exponemos.
Como tiene que ver con el aprendizaje, si una conducta nos produce emociones agradables, nuestra tendencia natural será a repetirla o a intentar cambiar nuestro entorno para que se produzca de nuevo, mientras que, si nos produce dolor, recordaremos esa experiencia y evitaremos tener que experimentarla de nuevo.
El tercer cerebro es el neocórtex, es el cerebro más reciente, evolutivamente hablando, y es el encargado de realizar las funciones superiores como pensar, analizar, planificar y crear estrategias. Aquí reside nuestra razón, es donde aparece el pensamiento sistemático y lógico, que va más allá de nuestras emociones y de las conductas programadas más primarias.
Nuestro cerebro está programado para que nos fijemos y destaquemos más lo negativo que lo positivo, porque está diseñado para nuestra supervivencia, para que identifiquemos los peligros y amenazas y podamos salir airosos.
Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos tenemos miles de pensamientos, más de 60,000 cada día y muchos de ellos son pensamientos limitantes y saboteadores que nos acompañan y condicionan nuestra experiencia.
A tu cerebro, en realidad, le da igual si tu eres feliz o no, solo vela por tu supervivencia, porque sigas respirando.
Este es un obstáculo que tenemos que tener en cuenta a la hora de querer conseguir objetivos y liderar nuestras vidas.
Todo lo que grabamos en nuestro cerebro y que está en el inconsciente, está relacionado con el impacto emocional que ha tenido en nosotros, sobre todo en nuestra infancia cuando se estaba formando este cerebro.
Cuando esto ocurre, se activa la amígdala y da instrucciones para recordarlo la próxima vez, es decir, cuando aparezca una situación similar en tu vida, tu reaccionarás mediante el mecanismo de lucha-huida.
La buena noticia es que el cerebro se puede programar para fijarnos en lo positivo, se puede entrenar para que puedas tener una vida más estable y equilibrada.
Una manera de cambiar esta tendencia natural del cerebro es entrenarnos conscientemente en ver lo positivo, para obligar al cerebro a crear nuevas redes neuronales.
Cuando eres capaz de ver lo positivo en los demás, por ejemplo, tendrás la oportunidad de comenzar a ver lo positivo que hay en ti.
A través de la repetición de un nuevo comportamiento, pensamiento o emoción es como se llega a convertir en un hábito, y es entonces cuando este camino se hace más fácil.
Cada vez que esto ocurre, se desprende una sustancia, la mielina, que hace que las conexiones sean cada vez más rápidas, y llegará un momento en que serás consciente de cuando un antiguo programa, como el de “ver lo negativo” intenta ponerse en marcha.
Acciones del cerebro
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Tiende a fijarse en lo negativo, se activan el cortisol y la adrenalina y nos mantiene en un estado interno de contracción.
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Busca el ahorro de energía.Tiende a deshacer todo lo que suponga un esfuerzo y busca mil excusas para convencernos. Esto es muy evidente con la práctica del ejercicio, siempre te dará mensajes convincentes para no entrenar y quedarse en la comodidad.
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Le llama la atención lo nuevo, pero le gusta lo similar, por eso nos gusta relacionarnos con iguales, nos aporta seguridad.
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No distingue lo real de lo imaginario, hacer algo o pensar en hacerlo activa las mismas partes del cerebro, por eso los deportistas de élite, se entrenan con visualizaciones. Si piensas en una situación negativa, ocurrirá, y si piensas o visualizas una positiva, también.
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Crea historias rellenando huecos vacíos para que la vida tenga sentido, y no siempre son veraces, esto ocurre con historias de la infancia, si las contrastas con tus padres, verás como son distintas a lo que en realidad sucedió.
Ser consciente de todo esto te permite tomar la decisión de si ejecutas estos programas automáticos o no, por lo tanto, te permite ser capaz de evitar que sean los automatismos inconscientes los que dirijan tu vida.
Por eso es tan importante, si quieres cambiar hábitos en tu alimentación, que te conozcas más a ti mismo/a, que conozcas tus programas automáticos inconscientes, que tengas el control de las sensaciones físicas de tu cuerpo para que puedas liderar tu vida y que no sea tu cerebro instintivo y reactivo quien dirija por ti.
La clave es “no negocies con tu mente aquello que has decidido hacer”. Cada día que entreno, mi mente me propone mil excusas para no hacerlo, y cuando lo estoy haciendo, me propone unas cuantas más para abandonar. La satisfacción que produce el hecho de realizarlo pese a esos obstáculos, es increíble.
Pruébalo y verás como consigues todo lo que te propongas. Si negocias con ella, siempre te ganará.